jueves, 7 de abril de 2011

El sabor del melón.

Un maestro Zen le dijo a su discípulo que si le gustaba el trozo de melón que le había dado, pero el maestro le insistió preguntándole que si el sabor estaba en el melón o en su lengua. A esto, el discípulo le respondió extensamente, provocando al maestro Zen.
Para poder reflexionar sobre este texto necesito saber y preguntarme, ¿Porqué cuando se nos presenta una realidad sencilla hacemos lo que sea para complicarla?
Lo único que saco al responder esta pregunta es que llegas a la conclusión de que no nos conformamos con lo que tenemos y lo que sabemos si no que por muy fácil que sea algo siempre intentamos sacarle un punto de dificultad. Esto pasa porque el ser humano es egoísta y siempre va a por el máximo sin conformarse con lo que tiene durante el camino. El maestro Zen no se conforma con que el discípulo le diga que el melón está rico sino que también quiere saber si el sabor está en el melón y en su lengua. Al fin y al cabo, cuando el discípulo le está dando la explicación, él le corta porque se da cuenta de que no sirve de nada, lo importante es que está bueno y punto.

También ocurre que muchas veces, no recibimos la respuesta que nosotros queremos y cuando algo no sale como nos gusta o como nosotros ya lo tenemos pensado, lo dejamos a un lado y esto tambien es lo que le pasa al maestro. Él piensa que el discípulo le va a contestar si en el melón o en su lengua, sin embargo, no es así.

En conclusión, yo creo que lo que nos quiere decir el texto es que las cosas que son sencillas, son sencillas y no hay que sacar algo de la nada, porque nos pueden suceder respuestas inesperadas u otro tipo de problemas.